Comentario
En la capitanía general de Cuba se operó una gran transformación socioeconómica durante el siglo XVIII. La isla pasó de ser una clave defensiva del Caribe, que se sostenía del situado y de alguna producción agropecuaria, a una floreciente colonia exportadora de azúcar, tabaco y café. Es difícil definir el motor de su activación económica pues se conjugaron elementos muy diversos, pero fundamental fue el carácter comercial que tomó la isla. Tras la ocupación inglesa de La Habana (1763), empezó a producirse un movimiento marítimo cada vez más importante. Primero con las trece colonias inglesas, luego con la propia metrópoli y posteriormente con los Estados Unidos, impedidos de surtirse de azúcar en las colonias inglesas tras su independencia. La crisis haitiana repercutió favorablemente en el fortalecimiento de los sectores azucarero y cafetero cubanos. Finalmente las guerras angloespañolas robustecieron el comercio con neutrales, beneficiándose Estados Unidos del mismo. En 1798 entraron 488 buques norteamericanos y sólo 15 españoles. Los ingresos de la aduana de La Habana reflejan esta situación, pues durante el período 1765-78 fueron de 4.832.668 pesos, que ascendieron a 7.503.066 pesos en el de 1779-92 y a 26.831.635 pesos en el de 1792-1814. Al auge económico siguió el poblacional. La isla pasó de 50.000 habitantes a fines del siglo XVII a 149.000 en 1757 (la tercera parte de los cuales vivía en La Habana), 170.000 habitantes en 1774, 270.000 en 1786, y a 570.000 en 1817. Casi la mitad de esta población era de color y llegó a la isla por la demanda de mano de obra esclava para las plantaciones azucareras.
La administración cubana estuvo dominada por Capitanes Generales autoritarios, militares de oficio en su mayor parte. Algunos de ellos vieron recompensada su actuación siendo luego elevados a virreyes de México (Revillagigedo, Bucarelli, Bernardo de Gálvez, etc.). Un cambio importante se produjo en 1762, año en que los ingleses conquistaron La Habana. Al volver a manos españolas al cabo de unos meses se empezó la organización militar de la isla y las reformas borbónicas. El nuevo Capitán General Conde de Ricla, al que acompañó O'Relly como inspector del ejército, estableció las milicias, aumentó las tropas veteranas y emprendió grandes fortificaciones en el Morro, La Cabaña, Atarés y el Príncipe. Cuba fue el cuartel desde donde se enviaron tropas a Louisiana en 1769 para sofocar la sublevación de los colonos franceses que había expulsado el gobernador Ulloa y desde donde partieron las tropas para las campañas de Bernardo de Gálvez en Louisiana y Florida. En cuanto a las reformas se ensayaron en la isla antes de implantarlas en otros territorios hispanoamericanos. En 1764 se creó la Intendencia -primera de América- y al año siguiente Cuba (junto con otras islas del Caribe) tuvo el privilegio de exportar desde sus puertos de Santiago, Trinidad y Batabanó a nueve puertos españoles. En 1789 se autorizó la libre introducción de esclavos. Las reformas repercutieron en el aumento de la Real Hacienda, que en 1764 recaudó 316.000 pesos (doble de lo obtenido en 1761), y en 1808 unos 3.168.000. Pese a esto siguió recibiendo el situado de México para el pago de tropas y fortificaciones.
El despegue económico cubano se debió principalmente al azúcar, como dijimos. En realidad la caña venía cultivándose desde el siglo XVI. Junto con la ganadería y el tabaco era su fuente principal de ingresos. La gran transformación se debió a la ampliación de tierras y a la tecnificación. El gran problema de los cultivadores de caña del área circumcaribe (México, Venezuela, etc.), era el abaratamiento de la venta de azúcar elaborado, para lo cual resultaba esencial mano de obra esclava, bajos fletes terrestres y marítimos y capital de inversión en los ingenios azucareros. Cuba resolvió desde muy pronto el problema de los fletes, pues por su carácter insular y alargado podía contar con numerosos puertos cercanos a los cañaverales, lo que eliminaba los fletes terrestres. Por su carácter estratégico de cercanía a grandes mercados consumidores (el español, el norteamericano y algunos circumcaribes) contó además con unos fletes marítimos bajos. Desde fines del siglo XVII empezó ya la sustitución de las estancias ganaderas (las primeras fueron demolidas en 1730) por las plantaciones. A esto se sumó la importación de esclavos, produciéndose el primer gran desarrollo azucarero. Los ingleses introdujeron luego unos diez mil esclavos durante su ocupación habanera y posteriormente, entre 1765 y 1789, se mantuvo un ritmo de tráfico esclavista de unos dos mil esclavos anuales, que aumentó a partir de este último año cuando se autorizó el comercio libre de esclavos y se eximió de derechos de importación a quienes los trajeran (españoles o criollos). Los plantadores hicieron grandes capitales con la exportación y finalmente afrontaron la tecnificación de la producción, sobre todo cuando quedaron dueños de los mercados, gracias al hundimiento de la industria azucarera haitiana. En 1797 se introdujo la primera máquina de vapor en una plantación de la isla y a partir de esa fecha puede hablarse de una auténtica sacarocracia en Cuba. Las exportaciones azucareras muestran el ascenso vertiginoso de esta situación: 480.000 arrobas anuales entre 1764-69, 1.100.000 arrobas en el de 1786-90, y 2.500.000 en 1805.
El tabaco ocupó también un lugar importante. Igualmente se había cultivado en siglos anteriores aprovechando las vegas naturales; tierras fértiles, llanas y húmedas de las orillas de los ríos. El encuentro con los latifundistas obligó a los vegueros a trasladarse al interior. Estos vegueros tenían escaso capital y utilizaban la mano de obra familiar, entrando en dependencia de los comerciantes y hacendados que les suministraban los capitales necesarios para las siembras. La demanda europea de tabaco hizo progresar el sector a principios de siglo, fundándose 20 molinos de tabaco y unos 100 ingenios, principalmente en proximidades de La Habana y Matanzas. La Corona estableció el estanco del tabaco en 1717 y esto produjo un desastre, por la imposición de precios y cuantía de las cosechas. Los vegueros protagonizaron tres sublevaciones en 1717, 1720 y 1723. En la primera 500 vegueros se dirigieron a la capital y obligaron a renunciar al Capitán General Vicente Raja. En la tercera, los vegueros pretendieron fijar el volumen de las cosechas, para evitar el descenso de precios y se enfrentaron a las tropas, en Santiago de las Vegas, muriendo 20 de ellos. Posteriormente la Corona permitió la compra de tabaco a algunos comerciantes o arrendatarios privilegiados y en 1740 cedió la comercialización a la Compañía de la Habana. La Compañía se fundó en 1739 con un capital de 900.000 pesos y obtuvo unos beneficios extraordinarios, 650.000 pesos en doce años (1740-52). Decayó luego y la Corona volvió al monopolio. El auge tabaquero surgió a partir de 1790 cuando se impuso en Europa el consumo de puros y cigarrillos, que sustituyó al tabaco en pipa y el rapé.
De los nuevos cultivos ensayados a fines del XVIII el más importante fue el café. Se produjo en las zonas montañosas de la parte central y oriental de la isla, donde no se cultivaba caña, ni tabaco y contó pronto con el mercado norteamericano. Otra fuente económica importante fue el astillero de La Habana, que construyó 18 buques durante la primera mitad del siglo, prestando además una importante labor de mantenimiento a la flota española del Caribe. En 1748 se suprimió la Armada de Barlovento y sus buques se incorporaron a la Escuadra de La Habana. Finalmente cabe resaltar otra fuente económica comúnmente silenciada que fue el corso. Sólo las presas realizadas en 1742 alcanzaron los dos millones de pesos.